Odio internet

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Al cerrar esta entretenida novela, cualquier persona con sus facultades mentales no demasiado dañadas (independientemente de la cantidad de melanina en el estrato basal de su epidermis) debería salir a la calle, dar un abrazo a cada ser humano que se encontrara en su camino y proclamar a voz en grito: «¡Odio Internet!» Resulta cruel la claridad con la que Jarett Kobek analiza nuestros actos de los últimos veinte años, esos en los que hemos regalado joyas tan valiosas como nuestros datos personales, nuestras reflexiones, nuestros gritos indignados, nuestros gestos solidarios o nuestras relaciones sexuales a corporaciones gigantes que se aprovechan de ello de un modo muy inteligente y perverso, con el único objetivo de enriquecerse.

La dibujante Adeline (con poca melanina en el estrato basal de su epidermis) y el guionista Jeremy Winterbloss (este sí con bastante más melanina en su epidermis) son los autores de un exitoso cómic a finales de los noventa y ambos nos servirán de excusa para observar (y, ojalá, reflexionar) sobre la evolución de esta sociedad hoy tan voluntariamente esclava de internet, de sus redes sociales y de los multimillonarios que cada día se enriquecen un poco más con ellas. Una sociedad tan bañada en lo políticamente correcto que ha olvidado conceptos tan importantes como la libertad, la intimidad y el honor y en la que es posible ser encumbrado o derribado según el carácter del tweet publicado esta mañana.

Y lo más curioso de todo es que la novela resulta sencilla, ligera, con una trama bien llevada y con un juego lingüístico tal vez algo pesado al principio, pero divertido al final, que el autor usa como bofetadas para intentar despertar al lector. Una tragicomedia moderna plagada de estúpidos y de estupideces que resultaría enormemente divertida, si no fuera por lo evidentemente que nos vemos responsables de esta sociedad enferma, en la que cada uno de nosotros se ha introducido por su propio pie (y sin vaselina). ¡¡¡Odio Internet!!!

Tierra de Campos

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Tal vez quienes no soporten a David Trueba lo tengan fácil para criticar su última novela, porque en ella se encuentran infinidad de lugares comunes, cierto, pero en nuestra humilde opinión ¡es tan difícil no soportar a David Trueba! Y es que claro, los ingredientes que el escritor escoge para componer su novela no son fáciles de manejar sin hacer caer al lector en la desilusión o incluso el hastío: los recuerdos de un músico de éxito, su grupo con Animal (su nombre ya lo define a la perfección) y su inseparable Gus, estrella ambigua y excesiva, pero profundamente humana; la evolución de la industria de la  música en los últimos tiempos; las relaciones paternofiliales de los protagonistas… receta adecuada para obtener una correcta (e incluso exitosa), pero soporífera novela.

Pero ¡amigos! hablamos de David Trueba, director-actor-escritor-periodista capaz de construir una hermosísima película con la única excusa de la tonta estancia de John Lennon en Almería  (“Vivir es fácil con los ojos cerrados”) o de crear una emocionante (y muy divertida) aventura a raíz de la juerga-escapada de Solo y sus colegas (Cuatro amigos). Hablamos de un escritor dueño ya de un lenguaje propio que aplica con maestría y de un modo tan apasionado que convierte los temas que trata, quizás algo trillados por universales, en tiernas, divertidas y sobre todo muy inteligentes historias.

En Tierra de Campos, el autor utiliza el largo viaje de Dani Mosca desde Madrid a la comarca castellanoleonesa que da título al libro, donde dará sepultura a su padre, fallecido meses antes, para confeccionar el collage que forman los recuerdos de Dani

sus casuales inicios en la música, el despertar sexual, el amor, la amistad, la decepción… un viaje que (como casi todos los viajes) servirá de búsqueda de una identidad siempre desconocida para su protagonista. La delirante llegada al pueblo natal del padre y los agasajos recibidos como si se hubiera convertido en una celebridad mundial, servirán para que el camino sombrío y cuajado de decepciones recorrido, se convierta en el sendero deseado, por fin libre, de un esclavo de la casualidad y la inercia.

 

Resulta casi imposible leer la novela sin esbozar una eterna sonrisa (a menudo amarga) por las divertidas situaciones creadas, la exacta ambientación en la que nos envuelve Trueba y, sobre todo, la exquisita construcción de personajes. Un placer enorme, real y sencillo… ¿o es que acaso los placeres literarios no pueden ser sencillos?

Canción dulce

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Al recomendar (y muy fervorosamente) la lectura de esta novela galardonada con el Premio Goncourt 2016 (el más prestigioso de la literatura francesa), lo primero que debo advertir es que el título, Canción dulce, quizá no sea sino una broma macabra de su autora Leila Slimani. Cruel, terrible o desgarradora tal vez habrían sido adjetivos más adecuados para esta canción, llena de ternura, sí, pero también de terror.

El enorme reto que se nos obliga a afrontar en las primeras páginas de este relato y que amenaza con arrancarnos las entrañas, se ve recompensado con creces cuando uno se adentra poco a poco en la novela. Con un lenguaje duro y directo como cuchilladas, que busca no despistar en lo innecesario al lector ávido de conocer los motivos de lo sucedido en su inicio, Slimani narra las tribulaciones de Myriam y Paul, padres modernos y ocupados, aunque algo desnaturalizados, a la hora de contratar a una niñera que cuide de sus pequeños. La elección de Louise, una suerte de Mary Poppins a la francesa, inteligente, sensible y siempre dispuesta a realizar cualquier tarea, por extraña y dura que parezca, y a la que los niños adoran, se convierte en una decisión sencilla y lógica.

Pero, cuando los vientos cambian de rumbo, Louise no sale volando con su paraguas como la niñera de los Banks, sino que comienza a crear una tristeza delirante en su interior y un innegociable rencor por no haber conseguido ganarse los corazones de Myriam y Paul, por no ocupar en sus vidas el papel que ella cree merecer. De este modo vamos asimilando el terrible desenlace, que conocemos desde el principio, desgranando sus motivos y su posible detección, si alguien hubiera puesto un poquito de atención en Louise.

Una fascinante novela que nos muestra descarnadamente las consecuencias que la soledad, la angustia y el rencor pueden generar en una persona aparentemente perfecta, tan cercana a la locura como cualquiera de nosotros. No te asustes y atrévete a leer esta historia… y no te arrepentirás.

La vegetariana

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Con la “resaca” por las celebraciones del Día del Libro este pasado fin de semana (y su habitual y espectacular Carrera del Libro), volvemos a nuestras habituales recomendaciones. En esta ocasión queremos que te sobrecojas tanto como nosotros con este relato, tan duro como hermoso: La vegetariana, escrito por la coreana Han Kang en 2007, descubierto poco a poco en todo el mundo (hasta el punto de obtener en 2016 el prestigioso Man Booker International) y editada en España por :Rata_. En él se nos narra la inevitable pérdida de la razón de una mujer sencilla, complaciente, tal vez feliz, que en nada destaca, ni para bien, ni para mal, a pesar de los maltratos sufridos a manos de un padre recto e irascible.

Cuando la discreta, y normal (muy normal) Yeonghye decide dejar de comer carne, todo el mundo se lanza a preguntarle la causa de la extraña decisión de hacerse vegetariana. Su respuesta sorprende siempre a su interlocutor e irremediablemente le golpea con la fuerza de un martillo: «Tengo sueños».

Dividida en tres partes, vivimos el camino completo que Yeonghye recorre huyendo del dolor y la sangre del ser humano, la crueldad y el asco, a través de las voces de sus personas más cercanas: en la primera parte, su desapegado marido narra el cambio de Yeonghye, el impacto de sus terribles pesadillas (narradas estas sí en primera persona, único momento en que pone su voz), que él, mezquino y egoísta, vive como una ofensa personal y una falta de consideración; en la segunda es el marido de su hermana, artista visual quien decide ignorar la enfermedad de Yeonghye y construir arte con ella sirviéndose de su cuerpo (en varios sentidos); en la tercera y última, su hermana mayor, con un inconmensurable sufrimiento, cuenta cómo la conciencia y la vida de Yeonghye se van apagando, aunque ésta crea estar cada vez más cerca de su objetivo de dejar de ser humana.

Un perturbador recorrido por el sufrimiento y el dolor provocados por la violencia del ser humano y el deseo de huir de su naturaleza. Una novela estremecedora y bellísima que no debes perderte.

La vida negociable

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portada_la-vida-negociable_luis-landero-duran_201611171329Comenzamos esta recomendación, si se nos permite, parafraseando al poeta Jaime Gil de Biedmaque la vida era negociable, es algo que uno empieza a comprender más tarde.

Uno va aprendiendo que todo podría haber tenido un final distinto de haber sido más hábil a la hora de negociar y en ocasiones se arrepiente de no haberlo sabido antes. Pero cuando uno lo aprende de muy joven, aprende a diseñar su propia vida, a manejar a los demás a su antojo y valerse de sus debilidades para conseguir beneficio… cuando uno lo aprende desde muy joven, tiene todas las posibilidades de convertirse en un monstruo.

Esta es una de las bases de La vida negociable, la nueva novela del genial Luis Landero, editada por Tusquets Editores. En esta ocasión conoceremos a Hugo, un joven tímido y sencillo de un barrio madrileño, convertido en amo y señor de su madre por ser el guardián de su gran secreto. Hugo se da cuenta del tesoro que ha conseguido y aprende a negociar con él, sin tener en cuenta (cosas de la edad) las consecuencias que en todo su entorno puede generar una negociación desigual.  

El proceso que sigue Hugo para convertirse de adolescente peligrosamente poderoso en adulto megalómano e imprudente, se construye sobre sueños y constantes negociaciones con resultados desastrosos la mayoría de las veces. Todo ello, ayudado por su inesperado talento por la peluquería, tienta al protagonista a pensar en la existencia de un destino fatal e inamovible… pero solo lo tienta, porque Hugo, inasequible al desaliento, cree de veras que conseguirá todo lo que se proponga.

Una vez más, Landero obtiene un resultado fascinante con muy pocos ingredientes (los mismos que lleva utilizando desde que comenzó su carrera): su gran maestría narrativa, el humor, los sueños irrealizables y la supervivencia. En resumen, una novela que muestra la divertida tristeza que provoca la distancia entre fantasía y realidad. Landero es un genio de la narración costumbrista y en esta novela vuelve a demostrarlo.

Luis Landero

Derecho Natural

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Cuando allá por el mes de diciembre, la editorial Seix Barral nos anunció su plan editorial para 2017, varias fueron las apuestas que nos llamaron la atención. Pero hubo una muy especial que hizo que la esperáramos con determinante impaciencia: en el mes de marzo, Derecho Natural, la nueva novela de Ignacio Martínez de Pisón

El autor zaragozano, residente en Barcelona que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa 2015 por su novela La buena reputación, siempre nos ha maravillado con su prosa limpia, escrupulosamente depurada, pero a la vez tan cercana, y con sus historias pequeñas, pero intensas. En esta ocasión, nos anunciaban un nuevo paseo por la España de la segunda mitad del S. XX. Imposible no emocionarnos.

Por uno de los escasos privilegios de los que los libreros disfrutamos, no nos hizo falta esperar a marzo y hace unos días tuvimos la ocasión de disfrutar de la novela, en la que Ángel (hijo) nos desgrana el crudo resumen de su vida y el de su inestable y desordenada familia, en un país que en esos momentos se afanaba por seguir sobreviviendo a un régimen que ya boqueaba. 

La novela propiamente dicha (insertada entre un prólogo y un epílogo fascinantes sobre Big Demis, el mejor imitador del cantante griego Demis Roussos) comienza cuando Ángel narra uno de sus primeros recuerdos: el primer regreso a casa de Ángel (padre) tras dos años de no dar señales de vida. Son los últimos años de la década de los sesenta en la ciudad de Barcelona donde, como en cualquier otra ciudad, no resulta fácil para una mujer abandonada y su hijo pequeño sobrevivir, pero en la que esa vida inesperadamente tranquila, a la que Ángel ya está acostumbrado, se tambalea: la familia vuelve a ser de tres.

Las continuas (y en ocasiones esperadas) apariciones y desapariciones de un eterno aspirante a actor, de un padre desastroso (tal vez más por infortunado que por sinvergüenza), condicionan la vida de la cada vez más numerosa e infeliz familia. Los acontecimientos históricos se van sucediendo (la muerte del dictador, la aprobación en referéndum de la Constitución Española, el 23-F…) y asistimos a la imparable evolución que la sociedad española experimenta, a la vez que el autor nos muestra cómo los personajes de la novela no solo van viviendo, sino que se van convirtiendo en seres de su tiempo, todo ello sin dejarse llevar (y esto se agradece enormemente) por los acostumbrados estereotipos televisivos ni por caracterizaciones facilonas. 

Una novela envolvente, intensa y tragicómica, de una calidad literaria apabullante con la que Martínez de Pisón vuelve a agarrar al lector por las solapas manteniéndolo atado al libro, a los Ángeles, a Luisa y a Demis Roussos.

No te la pierdas y apunta esta fecha en tu agenda: 21 de marzo, Derecho Natural disponible en nuestra librería.

Patria

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978849066319Ha pasado bastante tiempo de que os hicimos la última recomendación, pero aquí estamos de nuevo con ganas de acercaros aquellos libros que, por cualquier motivo, han conseguido enamorarnos.

Y queremos retomar nuestras recomendaciones con el que, a nuestro modesto modo de ver, ha sido el mejor libro editado en España en 2016: Patria, de Fernando Aramburu, editado por Tusquets Editores, una obra maestra que, o mucho nos equivocamos, o entrará a formar parte de los clásicos nacionales en no demasiado tiempo.

Y es que la novela nos sitúa ante un tema casi tabú en nuestro país durante muchos, demasiados años: el terrorismo de ETA, hablándonos sin tapujos y sin demasiados miramientos de la forma en que los habitantes del País Vasco han sufrido la tragedia durante más de cincuenta años.

Nos encontramos en un pueblo de mayoría abertzale cercano a Donostia-San Sebastián, ante el inesperado, pero temido reencuentro de dos mujeres vascas vascas (con todo lo que ello conlleva), amigas de la infancia, de meriendas e incluso de vocación religiosa, cuyas vidas han sido separadas por los muros de la incomprensión y la intolerancia: Bittori cuyo marido El Txato, un empresario valiente (o temerario) que decidió hacer frente al chantaje, es asesinado por ETA, y Miren cuyo primogénito se pudre en una cárcel española, metido en la lucha armada por un odio clavado en las entrañas a fuego y represión. Las llagas, el dolor y el rencor van creciendo en ambas a la par que crece en la sociedad la distancia entre los unos y los otros.

Con una magistral puesta en escena, el autor hace un enorme ejercicio de empatía, dejando que los personajes implicados cuenten su visión de lo sucedido, todos ellos guiados por un narrador, convertido en un personaje más (magnífico el juego literario que Aramburu crea cuando el narrador pide explicaciones a los personajes) y con un uso del lenguaje tan cercano y real que nos introduce en la novela con una facilidad pasmosa.

Una conmovedora obra que fascinará tanto a quienes han vivido de cerca el drama cotidiano (por la facilidad que encontrarán para identificarse con uno u otro personaje) como por quienes, desde lejos, hemos asistido, sin comprenderlo muy bien, a un asunto totalmente ajeno, pero que acabó salpicándonos a todos. Si se nos permite la osadía, creemos que Fernando Aramburu ha dado en el clavo y ha escrito, dicho sea con el permiso del gran Ramiro Pinilla, la Gran Novela Vasca.

Departamento de especulaciones

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Lo autobiográfico no siempre son los hechos, sino los sentimientos o su reinvención.
Jaime Gil de Biedma.

Con esta acertadísima cita, el editor de Libros del Asteroide cierra la edición española de Departamento de especulaciones, segunda novela de la escritora norteamericana Jenny Offill.

Una escritora de Brooklyn se encuentra desbordada por diversos acontecimientos: su reciente maternidad, la dificultad para lograr la trayectoria profesional y artística que siempre deseó y la evolución de su matrimonio, ese “departamento de especulaciones” que antaño era el remite de sus cartas. Toda crónica de un amor tiene dificultades que superar (nadie dijo que vivir fuera algo sencillo), pero no os engañéis, queridos amigos, no estamos ante una ficción doméstica sin más pretensión que narrar una historia que podría ser lugar común, en absoluto. Esta historia es mucho más que eso.

Por el modo en que la autora construye y deconstruye toda la novela, rápidamente nos damos cuenta de que no estamos ante una narración lineal al uso. Jenny Offill juega con nosotros y lo hace de forma magistral, utilizando recuerdos, reflexiones, fragmentos y referencias científicas, literarias y filosóficas (desde Hesíodo, Rilke o Keats hasta los cosmonautas rusos). Todo ello conforma el armazón de un relato en el que los sentimientos ocupan un papel primordial (de los protagonistas ni siquiera conocemos sus nombres y apenas llegamos a atisbar su aspecto físico), las emociones son el verdadero sustrato, el poso que permanece, sobre el que se asienta la memoria. Departamento de especulaciones se lee desde dentro, de forma fragmentada, como si de un diario íntimo se tratase.

Con una escritura viva, rica en matices y sensaciones, cada reflexión que encontramos, cada cita literaria forman parte de un todo, compacto y armónico. Los espacios en blanco, esa aparente desconexión entre párrafos, no son sino silencio, también imprescindible para subrayar la intensa vida emocional de la novela. Jenny Offill utiliza de manera brillante la forma como un recurso narrativo. El resultado, como el punzón que surca la plancha de metal, penetra en el lector dejando una huella indeleble.

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Ve y pon un centinela

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centinelaNada más comenzar este verano que ya se va, unos pocos días antes de marcharnos de vacaciones, llegaba por fin a la librería uno de los libros que con más impaciencia habíamos esperado en los últimos tiempos: la continuación de la maravillosa Matar a un ruiseñor de Harper Lee, la secuela de una novela convertida en auténtico icono de la libertad, la igualdad y la justicia.

La espera había estado aderezada de secretismo y noticias controvertidas: en primer lugar la novela llevaba más de cincuenta años guardada en el cajón de su autora (imaginamos que sería debido al terror de su autora a que los lectores no la consideraran digna de su opera prima) y muy poca gente lo sabía; también nos decían que, al parecer, su protagonista, Atticus, se convertía en su propio antónimo; incluso, se decía que de entre los pocos afortunados que habían tenido acceso a ella, algunos se habían indignado por el desarrollo de la historia… En fin, noticias que no hacían si no aumentar las ganas de leer Ve y por un centinela.

Cuando por fin estuvo en nuestras manos (os recomendamos vivamente que antes de disfrutarla leáis o releáis Matar a un ruiseñor, tan actual como si no hubieran pasado casi ochenta años), pudimos comprobar cómo la novela no desmerecía en absoluto a su antecesora: además de poder seguir adelante con la vida de unos personajes tan queridos, nos hace reflexionar sobre el peligro de los extremos y sobre la necesidad de juzgar que tan instalada tenemos todos en el cerebro.

Jean Louise, nuestra salvaje Scout, ha cumplido veintiséis años y vive en Nueva York. Cada año vuelve a Monroeville, en el condado de Maycomb (Alabama) para pasar unos días con su padre, con la repelente tía Alexandra y con el joven Hank, inteligente, limpio y sincero. Atticus Finch ya no es un padre joven, tiene 72 años y la artritis va dominando cada movimiento, cada acto, pero sigue siendo un hombre cabal y justo que ha decidido ir traspasando su despacho de abogado a Hank.

Evidentemente para Scout, acostumbrada a la grandeza de Nueva York, Maycomb, pese a sus evocadores y hermosos rincones, se ha convertido en un lugar asfixiante, quieto y cruel, incapaz de avanzar un solo paso para ir cerrando la brecha entre blancos y negros. Lo que ella no podía llegar a imaginar es que las cosas habían cambiado tanto que la persona que ella había tenido como guía, como viva imagen de la dignidad y la justicia, formaba ahora parte del Consejo Ciudadano de Monroeville, una asociación vecinal creada por los blancos creada para combatir a la cada vez más instalada y violenta NAACP (Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color).

Contar lo que sucede después sería desvelar demasiado de la novela, pero en ella no encontramos un intento de ensalzar a la raza blanca, como acusan algunos, sino un intento de demostrar la necesidad de no juzgar a las personas sin antes intentar calzarse sus zapatos, sin valorar todos los elementos que les hacen actuar de un modo determinado. En definitiva, de ser realmente justos en cada momento.

Una hermosa historia tan viva, real y actual como la de su predecesora que intenta (y consigue) que nos replanteemos el punto de vista ante todo lo que sucede a nuestro alrededor (y suceden tantas cosas) y nuestras decisiones más tajantes.

La vida de las paredes

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moranteEntrar en el enorme portal número 16 de la calle Argumosa significa sumergirse en un mundo de silencios y secretos, percibir la tenue luz que entra por la vidriera emplomada y el fuerte olor a madera envejecida y a alcanfor. Franquear el enorme portal mirando de reojo a la minúscula portería, subir despacio las escaleras para observar sin disimulo en cada piso la difícil vida de sus habitantes por un agujerito, como ese por el que Fernando Ruballo espía a María la bordadora.

En el número 16 de la calle Argumosa conviven el sufrimiento, la belleza, la locura y el amor: una pared llena de fotografías que esconden secretos que el niño de los López, segundo derecha, descubre a la pobre María; una hermosa mujer danzante rodeada de cuatro aves exóticas que deslumbra desde su vidriera en los días soleados; la Musa, la bella joven del ático, que en vano espera la vuelta de su artista; el comerciante del tercero derecha que añora a su madre y que sueña con montar su propia paragüería, pero aún más con encontrar el amor…

La sencilla, pero exacta narración y sus maravillosas ilustraciones (busco otro adjetivo menos usado, pero este se me antoja el más exacto) envuelven al lector de un modo irremediable hasta el punto de resultar imposible no percibir el tacto del papel pintado de sus paredes, no apreciar cómo la sonata Arpeggione de Schubert va invadiendo las estancias del piso de la propietaria del edificio, Berta Noriega, o no sentir el alocado terror que al pobre Emilio le provocan las cuatro gárgolas.

El enorme talento de Sara Morante consigue avivarnos los cinco sentidos con esta comunión perfecta entre palabra e imagen. Un libro que ha conseguido sobrecogernos, pero sobre todo enamorarnos. Una experiencia fascinante.

la musa